He vuelto a conocer el miedo.
El miedo a acostumbrarme a las notas de tu cuerpo,
a que mi orgullo no entienda porqué una cama puede quedar grande.
El miedo a no poder robarte más horas de sueño,
a no saber si sabe igual el vino si detrás no van esos labios.
Y vuelve, junto al miedo, la poesía.
La poesía de encandilarme con las partes de tu cuerpo que no conoces.
La que interpreta esos brillos inexplicables,
la que sabe que el tiempo también se mide en arreones de mordiscos,
en canciones sin letra
y en elogios de una lengua.
"¿Eres valiente?"
Qué tipo de cobarde te haría sonreír
sabiendo que puede perderse en esa sonrisa.
Octubre de 2014