La discusión más amarga
transcurre en silencio:
reprochar con miradas
responder con gestos.
Las preguntas sin respuesta
son besos al viento
no alivian sino agrandan
el triste tormento.
Reconciliación de cama
es buen instrumento:
reprochar con mordiscos
perdonar con besos.
Las preguntas sin respuesta
pierden su argumento
importa más el ahora
los demás son viejos cuentos.
Ramón Ibarra
27 de junio de 2011